sábado, 20 de noviembre de 2010

Capitulo # 12

Sin choro, solo siento mucho haber tardado, no tengo tiempo... geemee este kapi lo dediko a ti. Ya kasi sales en el fick... te amo

Capítulo # 12

- ¡Hey! ¿Te encuentras bien? – sentí como mi cuerpo era victima de múltiples zangoloteos y fue hasta entonces que Salí del trance en el que me encontraba sumergida
- ¿Eh? Si, si estoy bien – musite volteando de poco en poco a mi derecha y ahí nuevamente estaba ella, mi cómplice… Brianda. Sonreí
- ¿Qué es lo que te sucede? ¿Ah? – pregunto con el ceño fruncido, negué lentamente con la cabeza y como buenamente pude me puse de pie
- Nada…
- ¿Nada? – Cuestiono enarcando de más las cejas y me tomo del brazo para salir rápidamente de la cafetería. Lo había olvidado, ella era vampira y por tanto el aroma de la sangre de todos y cada uno de los humanos que habitaban ese lugar, excepto la mía, se le antojaban de lo mas exquisitas. Cuando por fin estuvimos afuera nos sentamos en los sillones del lobby y me miro fijamente – Haber, si no te sucede nada ¿Por qué estas llorando? - ¿Yo? ¿Llorando? Tente mi mejilla y efectivamente, mis lágrimas humedecieron mis dedos un poco y sentí mi mundo derrumbárseme por segunda vez en el día
- So…solo quiero que todo sea como antes – susurre antes de romper a llorar como hace tiempo no lo hacia, incluso, el saber que estaba en un lugar público me importaba mas bien poco, lo único que quería era desaparecer ese sentimiento de impotencia que se apoderaba de mi mente cada que se le antojaba. Brii acaricio mi cabello con parsimonia y acune mi cara en las palmas de mis manos, recargando a la vez mis codos en la parte superior de mis rodillas – solo quiero recuperar mi vida – masculle – es lo único que pido…
- ¿Has peleado con Bill? – preguntó. Negué
- No… - respondí con voz gangosa – es Tom, Brii, nuevamente es Tom.- Gemí dolorosamente y sentí los brazos de mi amiga rodearme el cuerpo, brindándome el apoyo que tanto me hacia falta
- ¿Ahora que ha pasado? – volvió a cuestionarme deslizando sus manos por encima de mis cabellos
- Es que no importa lo que ha pasado ahora, ni lo que ha pasado antes, incluso importa nada lo que pase después – lloriquee – lo único que quiero es que todo esto pare, que el entienda que debe buscar la felicidad en alguien mas, no en mi – gimotee – no en mi…

// Narra Brianda //

Me lastimaba ver así a Mili, era extremadamente doloroso ver como una persona tan linda como ella sufría de esa manera e incluso me preguntaba si después de todo este embrollo ella podría ser feliz. Realmente lo deseaba, esa chiquilla se había convertido en una persona muy especial para mí y verla de ese modo evidentemente no era de mi agrado. Me preocupaba de sobremanera su bienestar. Tenía bastante tiempo que no la veía, aproximadamente un mes y ahora viendo como estaba, no sabia como le diría que me habían enviado para informarle que la fecha tan esperada se había adelantado. ¿Motivo? Los licántropos estaban capacitando demasiado rápido a Kaulitz y por las mismas razones tanto Viktor como Alexander y Amelia habían decidido convertirla tiempo antes, pero claro, los licántropos de eso no estarían enterados, y aunque ambas sabíamos a la perfección que él no le haría daño, teníamos que ser precavidas, no podíamos cometer ni el mas mínimo error o todo lo que habíamos planeado a espaldas de los jefes se iría a la mierda.

- ¿Nena? – le llame, pero ella seguía llorando – Mili debemos hablar – musite y la rubia levanto lo carita. La tenia empapada en lágrimas, el maquillaje por si solo se le había corrido y tanto mejillas como nariz las tenía teñidas tan rojas como un jitomate
- ¿Qué pasa? – cuestiono y dude en como comenzar
- Emmm… bueno, yo…
- Vale, al parecer es algo malo, dilo de una vez – pidió limpiando con el dorso de su mano sus mejillas
- Vi…Viktor y tus padres – trague saliva – han decidido que tu, bueno… seas… seas convertida cuanto antes – murmure dificultosamente y es que en realidad darle esa noticia era bastante difícil. Ella ahora no lo sabía y mucho menos lo percibía, pero el aroma de la sangre de su amado era de lo más embriagante y exquisitamente antojable que podía existir. Aun y cuando era un licántropo su sangre se me antojaba a mas no poder y si me controlaba y no lo mataba era por ella, porque sabia que haciéndolo no me ganaría otra cosa mas que su odio. Su gesto se descompuso literalmente y callo nuevamente en un llanto amargo
- No… - negó – no, no, no ¡Carajo! ¡No! – se levanto echa una furia y subió corriendo las escaleras hasta el piso donde se encontraba su habitación.

Me sentí tonta y hasta cierto punto la persona mas malvada del mundo, no había sido un buen momento para decirle las cosas, pero de cualquier forma ella tenía que saberlo antes de que se enterara ya no con palabras, sino con hechos. Me levante de mi asiento y eche a caminar hacia el ascensor, tenia que verla, hablar con ella, explicarle los motivos y quizás darle una solución. Pensé en todo lo que probablemente tendría que decirle dentro de pocos minutos y aunque temía que ella no lo tomara de la mejor forma debía decírselo, así, quizás ella, podría ser tan feliz, como yo lo hubiese sido de no ser por mi padre.

Estaba ya a unos cuantos pasos de la puerta de la habitación de mi amiga, pero el embriagante aroma de sangre humana me hizo detenerme antes de llegar a mi destino. Me gire sobre mis talones y ahí, parado a escasos centímetros de mi estaba él, Tom, el mejor amigo y razón de las preocupaciones de Mili. Me miro con el ceño fruncido, quizás se preguntaba quien era yo y que era lo que hacia ahí, pensé que tal vez me preguntaría mi nombre o mandaría llamar a seguridad para que me sacaran de ahí, pero no lo hizo, en cambio solo negó con la cabeza y una lagrima delato lo que por su mente pasaba, él había peleado con Mili y si no peleado al menos si habían recordado todo lo vivido y obviamente al igual que ella, él, estaba sufriendo. Con la manga de su sudadera limpio sus mejillas que ya habían empezado a humedecerse y entro lo más rápido que pudo a la que seguramente era su suite.

Seguí mi camino, tenia que hacerlo porque de quedarme ahí el olor de su sangre me embriagaría más y yo ya no podría controlarme. Di tres golpes a la puerta de madera, pero nadie contesto, una persona normal hubiera pensado que no había nadie adentro, pero mi sentido del oído estaba demasiado bien desarrollado y el soso moqueo y gemidos lastimeros de la rubia retumbaban en mi cabeza, incluso como si estuviera a mi lado. Saque la copia de la tarjeta que hacia de llave para la habitación y entre, visualice por todo mi alrededor y en la esquina mas obscura de la habitación la vi, abrazando sus piernas y con su carita enterrada entre sus rodillas.

Pensé en tratar de concentrarme y escuchar sus pensamientos, pero tenía que respetar su privacidad, eran sus sentimientos, sus lágrimas, sus problemas y en eso yo ya no podía meterme del todo. Respire profundamente y avance con paso lento hasta donde se encontraba su cuerpo. Me hinque frente a ella y en un movimiento rápido le abrace, quería que no se sintiera sola, que supiera que yo estaba ahí, para ella, para ayudarla y apoyarla en los momentos difíciles, quería que supiera que a pesar de ser yo una vampira la entendía, porque precisamente, la situación que ella estaba viviendo era la misma que yo había vivido hacia muchos siglos de años atrás, cuando papá era el descendiente al trono y el ser mas poderoso de toda Alemania.

- Tranquila – masculle acariciando su cabello – no sirve de nada que te pongas así, yo vine a avisarte para que busquemos una solución a esto – Suspiro
- No hay soluciones, no hay nada, la decisión esta tomada y seré convertida – musito con voz gangosa y nuevamente echo a llorar
- Pe…pero nena ¿Qué forma de hablar es esa? ¿Ah? ¿Dónde quedo la Mili que luchaba por lo que quería? – pregunte un tanto enojada, en realidad lo estaba, porque ella siempre había dicho que no estaba dispuesta a hacer lo que Viktor quería y ahora de buenas a primeras venia a volcar todo al lado contrario. Levanto lentamente su carita provocando que yo me alejara unos centímetros para poder verle con más claridad. Sus ojos acuosos me hicieron darme cuenta de las cosas, no era pesimismo, era mas bien que se estaba dando por vencida por todos los problemas que traía encima desde hacia ya un buen tiempo.
- Ha quedado atrás, enterrada bajo un montón de problemas sin solución – respondió limpiando sus mejillas – creo que después de todo, lo que Viktor me esta pidiendo es la solución a todos mis problemas - ¿Qué decía? ¿Acaso estaba pensando en acabar con la persona a la que amaba?
- ¿Perdón? Mi…Mili ¿Qué diablos estas diciendo? – cuestione
- Estoy diciendo que quizás esta sea la mejor forma de escapar de todo esto ¿sabes? – una lagrima mas resbalo por su mejilla derecha – tal vez no sea la mejor manera de solucionar las cosas, pero se que es lo que mas nos conviene a todos, a Bill, a Tom principalmente e incluso a mi. Los extrañare, eso es obvio, pero… solo no quiero hacerles mas daño – inquirió y le mire extrañada. Lo que me había dicho me había dejado totalmente desconcertada
- ¿Y de que te serviría escapar? Dime, ¿de que rayos serviría que escaparas si de igual forma el sentimiento seguirá tan latente como el primer día? Respóndeme eso con algo coherente y quizás yo llegue a entenderte – agacho la mirada, era algo que realmente le dolía y precisamente por eso yo me sentía casi de la misma manera que ella, porque había aprendido a sentir el dolor ajeno y el de ella era realmente demasiado grande
- No hace falta que me entiendas, no hace falta que nadie me entienda y no daré mas explicaciones. Estoy cansada de hacerlo, de informarle a medio mundo sobre mis sentimientos y problemas, porque ¿sabes algo? Toda esa gente que me ha pedido que le cuente lo que me pasa solo me escucha, porque al final nadie puede solucionar nada. Créeme se que tal vez mas adelante sea yo quien se arrepienta de las decisiones que tome ahora y se que quizás deba preocuparme por eso ahora que estoy a tiempo, pero no estoy dispuesta a hacerlo. Tomare las decisiones necesarias y si mas adelante tengo que lamentarme lo are. Ahora viviré lo que tenga que vivir, le daré explicaciones a quien yo crea que sea necesario y no a los que me las pidan. Derramare las lágrimas que yo crea convenientes. Viviré por mi y dejare de hacerlo por los demás. Porque hasta ahora vengo a darme cuenta de que nadie va a vivir por mí y tengo que empezar a hacerlo yo, antes de que sea tarde. Me alejare de la gente a la que daño y me renovare, porque eso es lo que necesito. – finalizo terminando de limpiar sus lagrimas y se puso de pie. Camino a paso lento rumbo a la puerta de la habitación y me temí que cometiera una estupidez
- A…a ¿Dónde vas? – tartamudee
- A terminar con todo esto de una buena vez – respondió sin detenerse y salio de la habitación sin siquiera verme


// Narra Tom //


El sol brillaba, las aves cantaban, pero a pesar de eso, mi mundo se derrumbaba frente a mis ojos. Intentaba verle el lado positivo a las cosas, pero simplemente ese lado no existía y eso era algo sumamente doloroso. No podía verle el lado bueno a que mi pequeña ahora estuviera en brazos de mi hermano. No me explicaba aun como era que le había perdido, como le había dejado ir así sin más. Incluso me sentía estúpido por haberla dejado en manos de quien ahora consideraba casi casi mi enemigo. Tal vez era lo mejor o al menos eso era lo que me había obligado a creer. Me había obligado a creer en una mentira o quizás una realidad que poco a poco se iría formando.

En el transcurso del tiempo, desde que mi relación con ella se había terminado, me había follado a un sin fin de chicas, buscando tal vez en una de ellas, su aroma, la tersidad de su piel, su voz, sus palabras, sus te amos, pero lamentablemente hasta el momento no había podido encontrar en ninguna de ellas lo que yo buscaba.

Mi única salida desde aquel día había sido el sexo y era en lo único que me preocupaba cada día. Me preguntaba a quien me iba a follar esa noche, como seria la chica que haría de mi acompañante y más que eso, me preguntaba si tal vez, algún día, yo seria feliz nuevamente. Anhelaba con toda mi alma el volver a sentir ese sentimiento tan hermoso que gracias a ella había podido conocer.

Quizás el terminar había sido lo mejor, quería creer que después de la gran tormenta por la que estaba atravesando, la calma dominaría nuevamente. Quería creer que después de ella habría alguien mas que me hiciera sentir lo mismo, pero al mismo tiempo me negaba rotundamente a volverme a enamorar, al menos de alguien mas que no fuera mi pequeña. Porque le amaba de sobremanera y ella lo sabia, le quería junto a mi, pero al mismo tiempo anhelaba su felicidad y obviamente esta, no era a mi lado, quería volver a sonreír, pero sin ella no podría hacerlo nuevamente, quería gritar, pero no quería que ella se alarmara, quería acariciar su piel, pero ya habían dos manos acariciándola, quería besar sus labios, pero ella ya besaba otros, anhelaba cantarle al oído, pero mi hermano ya lo hacia, quería consolarla en sus días de tristeza, pero alguien ya estaba sentado a su lado, moría de ganas por decirle Te amo, pero Bill era quien se lo repetía hasta el cansancio, anhelaba ser yo el que estuviese en sus pensamientos día y noche, pero era en mi gemelo en quien ella pensaba, quería amarla hasta el resto de mis días y eso era lo único que nadie podía evitar, incluso mi hermano, que a pesar de estar a su lado, nunca podría evitar que yo le amara de una manera obsesiva pero al mismo tiempo tan grande como lo hacia.

Después de mucho tiempo ese sentimiento que frente a todos trataba de reprimir, me embargo nuevamente, de pies a cabeza, desde el alma hasta mi corazón y quise gritar, salir a la calle, pensar… sin ser molestado, pero de que serviría, si de igual manera mi pequeña no regresaría a mi. El tocar de la puerta me hizo regresar a la realidad, esa donde no había sueños, solo realidades, que muy a mi pesar, me lastimaban de sobremanera. Trastabillando llegue hasta la puerta y lentamente la abrí, sinceramente esperaba que fuera mi pequeña la que estuviera ahí, esperando hablar nuevamente conmigo, pero me equivoque, porque era Georg, el que estaba vez me buscaba.

- ¿Sucede algo? – Pregunto en tono preocupado, negué, entrando de nueva cuenta a la habitación – Tom… - me llamo y escuche el click de la puerta que se había cerrado
- ¿Qué? – respondí fríamente y es que no tenia ni las mas mínimas ganas de hablar de lo que me sucedía. Sabía que quizás eso me serviría, pero prefería reservármelo para mí
- Da…David nos espera en el lobby, le han llamado para hacernos una entrevista y como no tenemos compromisos el día de hoy ha decidido que vallamos – musito viéndome fijamente, como preguntándose aun que era lo que me sucedía
- No tengo ánimos de ir – masculle dejándome caer de trasero sobre la cama, rebotando mas de una vez
- Necesitas salir, no es bueno que te quedes aquí encerrado – se acerco a mi – tienes que comenzar a superar lo sucedido, no puedes seguir viviendo en el pasado, tú sabias perfectamente que esto tarde o temprano sucedería
- Georg te agradezco lo que me dices, pero es enserio, no tengo ganas de ir a ningún lado, es mejor que se lo digas a David – inquirí viéndole desde mi posición
- No querrá cancelarla, Bill, Gustav y parte del staff ya están abajo e incluso ya han empezado a salir, así que – me jalo del brazo provocando que me levantara más rápido que un gato – vamos trenzudo
- Pero Georg…
- Pero nada, vamos y como mañana tampoco hay mucho que hacer, prometo que al rato nos iremos de juerga – Sonreí, él si sabia como levantarme los ánimos – sabia que eso te haría entrar en razón – Y salimos de la habitación.

En realidad no tenía muchas ganas de irme de fiesta, pero como él lo había dicho, era una forma de olvidarme aunque sea un poco de las cosas y quizás seria como una terapia para mí, para poder superar lo que estaba sucediendo. Así que sin hacer más drama por lo ocurrido bajamos hasta donde estaban todos los demás. En realidad esperaba que mi pequeña estuviera ahí, abrazada o tomada de la mano de mi gemelo, pero no fue así, él estaba solo, escuchando atentamente las indicaciones de David y antes de que yo pudiera acercarme a preguntar algo, todos comenzaron a salir rumbo a las furgonetas que probablemente ya nos esperaban afuera del hotel.

Debo decir que el griterío de todas las fans emocionadas me aturdió un poco, pero al mismo tiempo me hizo sonreír y es que me di cuenta de que a pesar de todos los problemas que oscurecían mi vida, aun había personas que me querían y por las que yo merecía vivir.

Suspiré tranquilamente y como ya era costumbre repartí un par de autógrafos antes de llegar a la minivan, en realidad me sentí bien al hacerlo y es que el poder hacer feliz a mis fans me llegaba a hacer un poco feliz a mí. Porque a pesar de todo, sabía que ellas, siempre estarían ahí, para mi, para cuando yo las necesitara. No supe porque sonreí, hacia menos de cinco minutos que me sentía morir por todo el embrollo por el que estaba pasando y ahora de buenas a primeras se me ocurría sonreír, la razón, no la sabia aun, pero de algo estaba seguro, no quería por nada del mundo, que esa felicidad que de pronto había llegado a mi, se fuera tan pronto como había aparecido.

Con Saki cuidándome la espalda logre llegar hasta la furgoneta que nos esperaba y me despatarre sobre uno de los asientos, tuve la oportunidad de conseguir uno pegado a la ventana y es que aun y cuando los otros chicos habían salido antes yo había logrado llegar mas rápido que ellos a la camioneta. Después de mi, entro Georg, ese condenado lacio que me había convencido de salir de mi obscura habitación, prometiéndome una noche de fiesta y quizás, muy probablemente, también de sexo con alguna groupie que llegara a conocer el día de hoy. Seguido de este, entraron los demás y la puerta se cerro, Toby arranco y las fans eufóricas quedaron a por lo menos miles de metros tras de nosotros.

Miré un momento hacia la ventana, era un buen día, o al menos eso parecía, el clima era cálido y después de todo entendí que tenia que disfrutarlo, porque era un día más de mi vida, un día que si desperdiciaba, jamás iba a poder recuperar, así como seguramente tampoco podría recuperar a mi pequeña.

Por un momento creí que la tristeza me inundaría nuevamente, pero no fue así, no sabía si era resignación lo que mi cuerpo y mente experimentaban, pero si de algo estaba seguro era de que yo merecía ser tan feliz como mi pequeña y mi gemelo ya lo eran. Derepente sentí como algo ligero golpeaba mi cabeza, haciéndome volver a la realidad y dejar de lado por un momento mis pensamientos. Busque rápidamente aquello que me había golpeado y lo vine a encontrar en mis pantalones. Era una insignificante bola de papel. Alce la mirada y observe a todos los ahí presentes. Mi gemelo y Gustav me veían temerosos, como esperando una mala reacción de mi parte, bueno, era de saberse que si algo me molestaba mas que nada, era que me lanzaran objetos, así fuera una estúpida bola de papel yo me ponía histérico, quizás a eso se debían las caras pálidas y asustadas de mis compañeros de trabajo.

Tuve que girar solo un poco la cabeza para encontrarme con la risita burlona de Georg adornándole el rostro, bueno si, él era el único que se atrevía a hacerme ese tipo de bromitas, tal vez porque con él era con el único que yo me llevaba bien. Si, Bill era mi hermano, pero nuestra relación se había vuelto distante desde que a ambos se nos había ocurrido enamorarnos perdidamente de la misma chica, entonces por eso yo había encontrado en Georg el hermano que hacia ya un buen tiempo había perdido.

Intenté intimidarlo con la mirada, pero no lo conseguí, ese lacio me conocía y precisamente por eso estaba casi tan seguro como yo de que su tonta bromita quizás no me había agradado, pero tampoco me había molestado. Bill y Gus aun seguían callados, el silencio había dominado el lugar desde hacia ya un par de minutos, era un silencio incomodo, casi tanto como ver al amor de mi vida besar a mi otra mitad.

No sabía que debía hacer, o bueno, mas bien no me decidía en que hacer. Tenía dos posibilidades. La primera era partirme de la risa por su estúpida broma y la segunda era hacer un drama por demás sobreactuado por lo ocurrido. Quizás la segunda seria la que más me convenía, al menos para dejarles claro que conmigo no debían jugar de ese modo, pero sin ser completamente consciente de las cosas opte por la primera opción y como un verdadero crío, explote en una estruendosa y por demás divertida carcajada. Estuve casi seguro de que tanto Bill como el gusano me veían confundidos y bueno, no era para menos, mi actitud en esas circunstancias no siempre era la mejor, pero también me imagine la cara del ojiverde llena de vida al verme volver a sonreír.

- Hombre Georg jajajajajajajaja – intenté hablar, pero no logre, me había agarrado esa estúpida risa que muy pocas veces se hacia presente en mi – Jajajaja tú… tú no cambias Jajajajaja – el lacio sonrió y pude notar como mi hermano me veía con el ceño completamente fruncido
- ¿N…no estas enojado? – pregunto Bill tartamudeando, hubiera querido contestarle al instante, pero mis carcajadas seguían oyéndose estruendosamente, por lo que únicamente pude negar con la cabeza, mientras me agarraba la panza con ambas manos. Ya había comenzado a dolerme, pero no podía parar de reír.

Después de algunos minutos en los que lo único que se escuchaba era mi ataque de risa me logre tranquilizar y pude parar de reír, tome la bola de papel y se la lance a Georg que seguían observándome divertido, creí que volvería a lanzármela pero solo se limito a sonreír.

- Llegamos – musitó Toby y la furgoneta se detuvo

Gustav y Georg fueron los primeros en bajar, después de ellos intente hacerlo yo, pero mi gemelo me agarro el hombro, como queriendo llamar mi atención. Voltee a verlo.

- ¿Pasa algo? – pregunté y Bill abrió la boca, como queriendo decir algo, pero inmediatamente la volvió a cerrar - ¿Bill?...
- Tú… ¿te… te sientes bien? – farfulló indeciso
- Si ¿Por qué?
- Bueno, es que, pensé que lo de la bola de… de papel te haría enojar – musitó. En eso tenía razón, pero me había dado cuenta de que de nada me servia enojarme, si de todas maneras, ellos eran mi única compañía. Suspiré
- No te preocupes enano, estoy bien – masculle y baje rápidamente. Ya había comenzado a caminar, avanzando una considerable distancia, pero aun así, escuche la voz lejana de mi hermano
- ¿Enano? – preguntó. Sonreí para mi mismo. Hacía tiempo no le llamaba así, pero ahora me había nacido del corazón hacerlo. Volteé a verlo y asentí
- Si, enano… - Y eche nuevamente a caminar, siguiendo a mis compañeros


// Narra Mili //


- El único boleto disponible para el ultimo vuelo del día de hoy rumbo a Rusia es a las 9:00 P.m. – musito la chica castaña que estaba frente a mi
- Si, démelo por favor – masculle y le tendí mi tarjeta de crédito.

Bien, sabía que era un disparate el irme así sin más, pero debía hacerlo. Tenia que acabar con todo esto de una buena vez, estaba harta de tantas lágrimas, de tantos recuerdos y lo único por lo que en verdad pedía y añoraba era por un poco de tranquilidad en mi vida.

- Aquí tiene señorita, que tenga un buen viaje…
- Gracias – sonreí falsamente y camine rumbo a la salida del aeropuerto, donde un taxi me esperaba, para llevarme de nueva cuenta al hotel

El trayecto fue un tanto pesado, había demasiado tráfico y me suponía que este se debía al estúpido choque que había ocurrido hacia un par de minutos, donde dos personas lo suficientemente imprudentes no habían podido parar y se habían estrellado sin mas ni mas. Cuando por fin llegue al hotel ya no vi el coche negro que estaba cuando yo había salido. O bueno para ser mas especifica, si ese coche ya no estaba, era obvio que entonces Brianda ya se había ido.

Pague el taxi y me adentre al hotel, subiendo directamente al hotel. Aun era temprano, pero tenía el tiempo justo para preparar mi equipaje y largarme de ese lugar sin que ninguno de los chicos o incluso David se diera cuenta. Botas, blusas, suéteres… bueno, todo estaba esparcido por toda la habitación y yo, sinceramente, no tenía intención de levantarlo. Pero tenía que hacerlo, a menos de que decidiera irme de ahí sin una miserable prenda.

Hice lo que tenia que hacer y ahora todo estaba guardado en las tres maletas con las que cargaba, suspiré casinamente, no tenía ganas de irme, pero tampoco tenía intenciones de seguir dañando a quien no se lo merecía. Quizás debía dejar una nota, diciendo por lo menos que estaría bien, pero no hacia falta. Bill sabía mi secreto y por ende también sabía a la perfección, donde podía encontrarme. Como pude, tome las tres valijas y Salí de la suite. Camine por el largo pasillo, dejando atrás, todo lo que mas amaba, todo, lo que aun, me mantenía con vida.

Pare frente al ascensor y presione el botón correspondiente para que este se abriera. Cerré los ojos y sentí como el escozor volvía a hacerse presente. Los extrañaría, pero como ya lo había dicho, era lo mejor. Quizás ahora me iba, pero estaba segura, que un día, el menos esperado, regresaría. Y solo hasta entonces yo podría ser eternamente feliz.

Las puertas se abrieron y entre al elevador, ya con algunas lágrimas surcando mis mejillas. Era difícil, incluso, mas, de lo que algún día, yo hubiera podido imaginar.

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- Favor de abrocharse los cinturones, porque estamos apunto de aterrizar – se escuchó la voz del piloto y con un click mi cinturón había quedado cerrado.

Todo el camino me la había pasado viendo por la ventanilla. Era tarde, casi las 2:00 A.m., pero a pesar de eso, yo no tenía sueño. Cuando por fin el avión aterrizo me apresure a bajar y a recoger mis valijas en la banda indicada para ello.

Saqué mi celular del bolsillo de mi chaleco y busque el número de la chica que tan pronto como supiera que yo estaba ahí, se descolgaría a ir para recogerme.

- ¿Mili? ¿Eres tú? – pregunto mi interlocutora
- Estoy en el aeropuerto ¿puedes venir por mi?
- ¿En el aeropuerto de Rusia? – volvió a cuestionarme. Asentí
- Si
- Pero… ¿Qué es lo que haces acá?
- Brianda ¿vienes por mi o no?
- Oh, si, si, claro, solo no te muevas de donde estas. Llego en cinco minutos – musitó y colgué.

Bueno, era obvio que no tenía intenciones de moverme de donde estaba. Apenas si conocía parte de este país y lo poco que había llegado a conocer no me había agradado mucho. Digo, no por las personas, sino por el vandalismo y todo eso. Me senté en las bancas de espera y cinco minutos después ya tenía a la rubia frente a mí.

- ¿Estas bien? – preguntó
- Si, pero ¿Podemos irnos ya? – cuestioné y ella asintió

Comenzamos a caminar sin decir nada, en realidad había mucho por hablar, pero yo no tenía ganas de hacerlo. Al menos no por el momento. Salimos del aeropuerto, el coche negro nuevamente estaba ahí y no tardamos mucho en subir para ir rumbo al castillo, que sería muy probablemente, mi hogar, de ahora en adelante.

Tatos recuerdos, tantas risas, tantos consejos, tantas lágrimas. Que me era casi imposible olvidar. De verdad quería hacerlo, quería olvidar para ya no sentirme asi. Tan estúpida, tan fracasada, como justo ahora me sentía.

- ¿Qué es lo que has echo? ¿Sabes que si Viktor te ve querrá convertirte? – Escuché la voz de mi amiga. Pero ¿Que más daban sus palabras?, si de igual manera, algún día tendría que hacerlo
- Si, lo se – musité aun sin verla
- Espero que en un futuro no te arrepientas de esto, porque probablemente será demasiado tarde – masculló y el silencio se hizo presente otra vez

Todo el camino fue de la misma manera, el silencio se apodero de nosotras y solo cuando llegamos fue que ella volvió a dirigirme la palabra.

- Él ahora sabe que estás aquí – balbuceó y me ayudo a bajar del coche, mientras que el chofer bajaba las maletas, para meterlas al castillo
- ¿Cómo que él sabe que estoy aquí? Ni siquiera me ha visto – respondí y ella volteó a verme
- El aroma de tu sangre, Viktor puede percibirlo a miles de Kilómetros de distancia – Abrí los ojos de par en par – Y no sólo él, tus padres también saben que estas aquí – me informó y fue hasta entonces que me di realmente cuenta de en lo que me había metido. Me giré para intentar regresar, pero la voz de un hombre me dejo casi petrificada
- Bienvenida a casa – Giré nuevamente sobre mis talones. Era Viktor, con mis padres a su lado… Mis verdaderos padres, a su lado…

Continuara…

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